Autor: James Dashner
Editorial: Nocturna Ediciones
Precio: 16,15 €
Páginas: 524
Puntuación: 3/5
«Bienvenido al bosque. Verás que una vez a la semana, siempre el mismo día y a la misma hora, nos llegan víveres. Una vez al mes, siempre el mismo día y a la misma hora, aparece un nuevo chico, como tú. Siempre un chico. Como ves, este lugar está cercado por muros de piedra… Has de saber que estos muros se abren por la mañana y se cierran por la noche, siempre a la hora exacta. Al otro lado se encuentra el laberinto. De noche, las puertas se cierran… y, si quieres sobrevivir, no debes estar allí para entonces». Todo sigue un orden… y, sin embargo, al día siguiente suena una alarma. Significa que ha llegado alguien más. Para asombro de todos, es una chica. Su llegada vendrá acompañada de un mensaje que cambiará las reglas del juego.
Le tenía unas ganas enormes a este libro, y a medida que se acercaba la fecha del estreno de su adaptación cinematográfica, mi necesidad de obtenerlo se hacía mayor. Graso error; no suele ocurrirme que mis expectativas hagan que un libro me decepcione; suelo ir con la cabeza en frío para evitar situaciones como esta. Esta vez he sido incapaz, y me he quedado con un regusto extraño en la boca.
Al llegar Thomas al laberinto, no se acuerda de nada de su pasado, excepto de su nombre. Resulta que es algo normal, pues todos los niños que habitan en el Claro, el único sitio medianamente seguro del laberinto, se encuentran en la misma situación. Una vez al mes, durante los últimos dos años, un adolescente es enviado al laberinto; pero justo el día después de la llegada de Thomas, todo cambia: aparece una chica, Teresa, y ella será la última. Todo es diferente, está llegando el fin, y deberán descubrir cómo salir del laberinto antes de que se les acabe el tiempo.
Suena excitante, ¿verdad? Lo es. James Dashner escribe con un ritmo trepidante, y sus escenas de acción son lo más. Sin embargo, lo que mejor se le da son los personajes masculinos; estos niños (es fácil olvidar este pequeño detalle, pero siguen siendo niños al fin y al cabo) deben sobrevivir en unas circunstancias completamente diferentes a las nuestras, y maduran de forma diferente, pero a pesar de todo, siguen siendo adolescentes. Para unas cosas son muy adultos, pero para otras muchas son unos críos. Entran en plena edad del pavo encerrados en el sitio más peligroso y terrorífico que puedas imaginar, y sientes la necesidad de zarandearlos varias veces, a ver si espabilan, pero también quieres protegerlos. Chuck, Newt, Alby, Minho… resultan personajes más atractivos que el propio protagonista, más bien mediocre. A medida que iba leyendo caía más enamorada del pequeño y adorable Chuck, aunque es más complejo de lo que parece al principio; rezaba porque Newt y Alby estuviesen enamorados; deseaba que Minho se alzara jefe supremo de todos y dejara de alabar tanto a Thomas…
Por otro lado, Thomas y Teresa, pero sobre todo Teresa, se me hicieron un poco insoportables. Suelo adorar los personajes femeninos por muy cansinos que los encuentren los demás; pero Teresa se me ha hecho tan pesada, que quería que se quedara por el camino. Como personaje sobra bastante, y como elemento de la trama, puede que también. Me han dicho que en la saga sólo aparecen tres personajes femeninos, Teresa incluida, y que todos siguen más o menos la misma línea. Si es cierto, no sé cómo soportaré tres Teresas con sus respectivos Thomas, pero espero que Dashner haya sabido trabajarlos mejor en las siguientes entregas.
La trama y el protagonista dejan bastante que desear, pero los secundarios me gustan muchísimo y hacen que quiera seguir leyendo.
Al llegar Thomas al laberinto, no se acuerda de nada de su pasado, excepto de su nombre. Resulta que es algo normal, pues todos los niños que habitan en el Claro, el único sitio medianamente seguro del laberinto, se encuentran en la misma situación. Una vez al mes, durante los últimos dos años, un adolescente es enviado al laberinto; pero justo el día después de la llegada de Thomas, todo cambia: aparece una chica, Teresa, y ella será la última. Todo es diferente, está llegando el fin, y deberán descubrir cómo salir del laberinto antes de que se les acabe el tiempo.
Suena excitante, ¿verdad? Lo es. James Dashner escribe con un ritmo trepidante, y sus escenas de acción son lo más. Sin embargo, lo que mejor se le da son los personajes masculinos; estos niños (es fácil olvidar este pequeño detalle, pero siguen siendo niños al fin y al cabo) deben sobrevivir en unas circunstancias completamente diferentes a las nuestras, y maduran de forma diferente, pero a pesar de todo, siguen siendo adolescentes. Para unas cosas son muy adultos, pero para otras muchas son unos críos. Entran en plena edad del pavo encerrados en el sitio más peligroso y terrorífico que puedas imaginar, y sientes la necesidad de zarandearlos varias veces, a ver si espabilan, pero también quieres protegerlos. Chuck, Newt, Alby, Minho… resultan personajes más atractivos que el propio protagonista, más bien mediocre. A medida que iba leyendo caía más enamorada del pequeño y adorable Chuck, aunque es más complejo de lo que parece al principio; rezaba porque Newt y Alby estuviesen enamorados; deseaba que Minho se alzara jefe supremo de todos y dejara de alabar tanto a Thomas…
Por otro lado, Thomas y Teresa, pero sobre todo Teresa, se me hicieron un poco insoportables. Suelo adorar los personajes femeninos por muy cansinos que los encuentren los demás; pero Teresa se me ha hecho tan pesada, que quería que se quedara por el camino. Como personaje sobra bastante, y como elemento de la trama, puede que también. Me han dicho que en la saga sólo aparecen tres personajes femeninos, Teresa incluida, y que todos siguen más o menos la misma línea. Si es cierto, no sé cómo soportaré tres Teresas con sus respectivos Thomas, pero espero que Dashner haya sabido trabajarlos mejor en las siguientes entregas.
La trama y el protagonista dejan bastante que desear, pero los secundarios me gustan muchísimo y hacen que quiera seguir leyendo.
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